El Controvertido Parlamento de Kutaisi.

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Decía Mark Twain, en una de sus magnificas frases, que el humor es igual a la suma de tragedia y tiempo. Aunque tal vez no haya pasado aún el tiempo necesario para verlo con una distancia prudente, es casi imposible no sonreír, aunque sea desde la tristeza, al observar el novísimo edificio del parlamento de Georgia, ubicado en Kutaisi. El parlamento está situado de espaldas a la ciudad, en lo que fue un enorme memorial soviético de hormigón y bronce de 46 metros de altura, que antes de ser demolido, conmemoraba a los trescientos mil georgianos, así como a decenas de millones de otros ciudadanos soviéticos, que murieron en la Segunda Guerra Mundial.

Las acristaladas curvas de la edad espacial de este nuevo edificio son muy diferentes al antiguo parlamento de la era soviética en la capital, Tbilisi. Desde el centro, tuvimos que coger un taxi para poder acercarnos a disfrutar de su arquitectura de vanguardia y dejarnos sorprender por ese especie de ojo abovedado de 40 metros de altura, con un enorme párpado de hormigón, que mira fijamente sin expresión a los decrépitos y paupérrimos edificios que se encuentran enfrente.

Yo ya había paseado varias veces por la solitaria explanada que aloja el edificio, pero esta vez, la suerte se puso de nuestro lado, el parlamento tenía sesiones parlamentarias y en cuestión de varios minutos, llamando a un teléfono que nos dieron en recepción, pudimos organizar una visita con un guía, que con un excelente inglés y más que agradable presencia, nos fue introduciendo en las entrañas del lujoso y resplandeciente edifico, a la vez que nos explicaba los entresijos políticos de la obra.

El guía con mucha amabilidad nos contó como la ubicación del nuevo parlamento en Kutaisi fue elegida para descentralizar el poder de Tbilisi, y que el edificio cobra vida, únicamente, cuando los parlamentarios vienen desde la lejana capital, un par de veces al mes. Ante nuestra sorpresa, el guía añadió que el nuevo gobierno acababa de modificar la constitución, para quitar la restricción de que el parlamento permanezca en Kutaisi, reconsiderando nuevamente la posibilidad de devolver el parlamento a Tbilisi y darle un nuevo uso al edificio.

Lo que el guía no nos contó es lo que los críticos afirman: El edificio, simplemente, es una locura de proporciones ciclópeas, demasiado costosa en un país tan empobrecido. Me imagino que la construcción de este edificio, para muchos supuso sacudir el pasado comunista del país, y, posiblemente, fue percibido como el símbolo conmovedor de como Georgia se esta construyendo, después de salir de una época en la que el país estaba atormentado por el crimen, la corrupción y la guerra civil.

Es difícil justificar el derroche en la obra faraónica, y el derroche que supondrá remodelar el edificio para su nuevo uso. Hoy no quiero ser agorera y quiero confiar en la creatividad de los gobernantes de Georgia para encontrar utilidad al edificio y que no quede en lo que, actualmente, se ha convertido, un monumento a las ambiciones y ansiedades de unos gobernantes que no supieron determinar cuales son las prioridades, en una ciudad donde no todas las calles están asfaltadas, donde no hay apenas alumbrado publico y donde los continuos cortes en la red de abastecimiento de agua son su triste realidad.

Lo peor es que no hay que venirse tan lejos para ver barbaridades donde los gobiernos de turno se gastan millonadas, sin contemplar las necesidades básicas de sus gentes.

Pon Castellón, o tu propia ciudad, donde pone Kutaisi y aeropuerto u otra obra costosa e inútil , donde pone Parlamento y el relato también funciona. Lamentablemente hay demasiados ejemplos.

Que mundo este.

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